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No abuses de los antibióticos

Por qué no insistir a tu médico para que te recete un antibiótico

A raíz de una conversación con un familiar cercano, en la que nos relataba cómo había conseguido que le recetaran el antibiótico que él estaba convencido de necesitar1, en Clínica de Textos no podemos por menos que aclarar ciertas ideas sobre el uso de este tipo de medicamentos. Algunas se han repetido hasta la saciedad, pero siguen sin calar en ese pequeño médico que todos llevamos dentro.

Índice

Antibióticos: matan lo que matan (bacterias), no lo que tú quieres

Seamos claros: un antibiótico solamente actúa contra las bacterias. No hay más. Por mucho que te empeñes, no realiza ninguna acción contra los miles de virus circulantes responsables de tus catarros, gripe y demás afecciones (casi siempre, leves).

No entendemos muy bien por qué lo que dice cualquier persona que no es profesional de la salud tiene más peso que lo que te prescribe el médico o te recomienda el farmacéutico. Si un mecánico te dice que no eches agua en el depósito de gasolina, tú le haces caso, ¿verdad? Seguramente porque eres muy consciente de que no tienes ni idea de mecánica o porque confías en el mecánico. Entonces, ¿por qué no confías en el médico? ¿Sinceramente crees que sabes más que él?

Ahora es el momento en el que tu doctor interno te dice:

Sí sí, lo que tú digas, pero yo me tomo el antibiótico un par de días y me corta el catarro.

Pues quizás deberías pararte a pensar que tu proceso catarral ya tocaba a su fin y que hubieras mejorado igual sin el medicamento. El hecho de que haya coincidido te ha llevado a creer que la mejoría se debe a tu gran idea de tomar antibiótico y a tus incuestionables conocimientos de medicina y de tu propio cuerpo. Pues, lamentablemente, no es así.

Los antibióticos matan lo que matan (bacterias), no lo que tú quieres. Clic para tuitear

Lo peor es que el desastre no se queda aquí, porque además has conseguido otros grandes objetivos:

  1. Debilitar tu sistema inmunitario.
  2. Exponerte a trastornos digestivos y otros efectos secundarios.
  3. El más importante: has logrado que otras bacterias que en ese momento estaban también presentes en tu organismo prueben ese antibiótico, no mueran —bien por la dosis, bien por la duración inadecuada del tratamiento— y tengan la posibilidad de adaptarse a él y volverlo ineficaz contra futuras infecciones2.

Este tercer punto es, sin duda alguna, el más grave y el más egoísta, ya que no solo te afecta a ti sino a toda la población, que será blanco de esas bacterias a las que has ayudado a volverse resistentes. Cuando decimos «a toda la población», no olvides que incluimos a tus padres, hijos, nietos… También ellos sufrirán enfermedades para las que no existirán tratamientos, porque los actuales se habrán vuelto ineficaces debido al abuso.

¡Vaya exagerados los de Clínica de Textos!

¿Crees que exageramos? El Ministerio de Sanidad, en su plan nacional contra la resistencia a antibióticos (que, en realidad, tiene un nombre mucho más largo y feo) nos deja frases tan poco tranquilizadoras como la siguiente: «Se estima que más de 25 000 muertes anuales en la Unión Europea se deben a bacterias multirresistentes». Lo vamos a repetir para que se nos quede grabado a todos: no hay tratamiento posible.

Los comités expertos de la Organización de Naciones Unidas (ONU) prevén que la resistencia a los antibióticos se cobrará más de 10 millones de vidas en el año 2050. Para tu intranquilidad, te diremos que dentro de estas cifras puedes estar tú o tus familiares. Las bacterias resistentes no van a hacer distinciones.

¿Crees que la ciencia lo va a solucionar por ti?

Otro gran error.

Para combatir a las bacterias hay que encontrar sus puntos débiles, y cada vez tienen menos. El ritmo actual al que se descubren nuevos compuestos eficaces es infinitamente menor que el ritmo al que se vuelven resistentes las bacterias. El resultado es que carecemos de antibióticos eficaces para una lista cada vez más larga de esos bichejos asesinos.

Como ves, el escenario es más que preocupante y la solución pasa por todos nosotros. Por ello, y por el bien de la humanidad, desde Clínica de Textos te pedimos que si estás enfermo confíes en tu médico, cumplas estrictamente con sus indicaciones y la duración del tratamiento que te prescriba (si lo hace) y que, por supuesto, en ningún caso tomes antibióticos por tu cuenta.

1 ¿Quieres saber cómo consiguió que un médico le recetara un antibiótico para un catarro, a todas luces vírico? Siendo cansino e insistente: a la tercera visita va la vencida.

2 Vale, esta es una forma extremadamente simple de explicar las resistencias. Pero el objetivo es que te quede clara la conclusión: las resistencias existen, ¡vaya que si existen!

Referencias bibliográficas

Ubeda C, Pamer EG. Antibiotics, microbiota, and immune defense. Trends Immunol. 2012;33(9):459-66.

Alós JI. Resistencia bacteriana a los antibióticos: una crisis global. Enferm Infecc Microbiol Clin. 2015;33(10):692-699.

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